nada que decir

... pues eso,... nada que decir

Con la facilidad de palabra que tiene una y ahora que la necesito no aparece. La inspiración, me refiero. Pero claro, es normal que esté asustada y no quiera volver a verme. Ella que me eligió precisamente porque era fantasiosa, inocente, alegre, tierna, un poco infantil, lo reconozco. También algo cursi y alocada, divertida... así que es normal que se haya ido. Me he convertido en una vaga y hogareña aspirante a gloria de la palabra escrita y mi talento, el poquito que tenía, se ha ido yendo poco a poco; las ganas de escribir cada vez eran menos y el pesimismo empezaba a rondar mi cabeza, a presentarse a mis musas como si del conde Drácula se tratara, chupándole la sangre y convirtiéndolas en vampiros de los sentimientos; ya no tengo inocencia, sino desconfianza; ni ternura, sino rencor; ni fantasías, sino crudas realidades; ni alegría... sino una honda pena dentro de mi que apenas deja respirar a mis pulmones y latir a mi corazón.

Me he ido debilitando como escritora como tú, papá, como ser humano y, con tu muerte te lo has llevado todo,... hasta mi inspiración. He bajado del Olympo para cederte mi hueco... a partir de ahora dejaré de ser diosa para ser mortal; espero que tú, rodeado de los genios que ya estaban allí y admirabas, ocupes el sillón de la letra mayúscula que te pertenece, en la Real Academia de los dioses.


lunes, diciembre 10, 2007 | 2 comentarios